“Ya van los bomberos”

A comienzos del mes de julio /08, un llamado de rescate alertó al personal de las compañías 4ª, 14ª, 15ª, 19ª del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Dichas unidades fueron despachadas a una emergencia en Avenida Las Condes con San Francisco de Asís, Lo Barnechea. Se trataba de un hombre que había sufrido una fuerte caída en la parte más baja de un subterráneo, cuyos cimientos afloraban a ras de piso, formando parte de una edificación cuya obra quedó inconclusa. Las operaciones fueron desarrolladas sin inconvenientes por las compañías 15ª y 19ª, lo que hizo innecesaria la llegada de las otras dos unidades.

El lesionado era un indigente que pernoctaba en esa “caleta”, como suele llamarse a ese tipo de lugares. En este sitio también suelen guarecerse otras personas en condición de calle, quienes se protegen allí de las gélidas temperaturas nocturnas de la zona oriente de la capital. Entre todos los integrantes del grupo comparten los pocos alimentos que logran recolectar durante el día. También encienden fogatas e intercambian las deshilachadas y escasas frazadas, agregando calor a sus cuerpos con la ingesta de bebidas alcohólicas de dudosa calidad.

El estado etílico de esos personajes de la calle es permanente cada noche y se hace patente en sus movimientos y en su forma de hablar. Por lo mismo, tras ocurrir la emergencia, intentaron conseguir ayuda para su compañero, pero no fueron escuchados por los peatones, los que posiblemente creyeron que se trataba de “cosas de curaditos”.Según contaron, tampoco lograron llamar la atención del sistema de salud ni de la policía. No ocurrió lo mismo cuando marcaron el 132.

La llamada realizada a la central de alarmas del CBS obtuvo inmediata respuesta. El interlocutor logró dar las señas del lugar donde estaba el indigente lesionado,  características estructurales que motivaron el despacho de dos unidades de rescate especializado, un carro “cascada” y una bomba. No hubo cuestionamientos ni críticas de la operadora ante la particular forma de hablar del necesitado. Sólo primó la necesidad de ayuda expuesta por un ciudadano.

Al llegar, Bomberos encontró a un hombre lesionado por caída a nivel, el que estaba imposibilitado de trasladarse por sus medios hasta un centro asistencial ya que presentaba una fractura de tobillo. Los efectivos de rescate lo inmovilizaron cuidadosamente, lo abrigaron y lo trasladaron hasta un lugar seguro, a la espera de una ambulancia. En ese lapso, con lágrimas en los ojos y balbuceando frases, los otros habitantes del lugar trataban de hilvanar expresiones de agradecimiento hacia los voluntarios que habían ido en su ayuda. “Ustedes fueron los únicos que nos pescaron, nadie nos quería ayudar”…”bomberitos lindos, son lo más bacán ustedes, son los únicos que salvan de verdad”…”gracias por venir (sollozando) mi compadre está mal y nadie ayudaba”. Con frases por el estilo, los “moradores” de esa caleta demostraban su agradecimiento. Los palmoteos en la espalda y los apretones de mano de parte de estos hombres curtidos por la vida constituyeron la forma de sellar ese sentimiento de gratitud.

La ambulancia, ahora solicitada por la central de Bomberos, llegó rápido. El lesionado fue trasladado hasta un centro asistencial en el que recibiría la atención necesaria y digna que merece todo ser humano.

Bomberos concurre siempre. Nadie quedará sin asistencia si ese auxilio depende de esta institución. Es uno de los aspectos que marcan la gran diferencia entre los “chicos buenos” y aquéllos que cumplen sus roles bajo motivaciones monetarias. Lo primordial para el voluntario chileno, que ejerce su función motivado por el altruismo, es el servicio al prójimo. Un servicio que no se topa con barreras sociales. Por eso, quien solicite ayuda al 132, siempre escuchará como respuesta “…mantenga la calma, ya van los bomberos”.

Texto:
Álex Valdés A.
Feuerwehrmann
15.DFK.

Foto:
Andrés Lewin.

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